martes, 29 de diciembre de 2009

Proaño-Cordel, o como sufrir en la montaña

Pues si amigos, no siempre se disfruta en la montaña, es un poco como la vida diaria, que hay momentos buenos, pero también los puede haber malos, e incluso, muy malos.
Y es lo que yo sentí el sábado día 26 en nuestra ascensión al Cordel.
Salida desde Proaño para ir bordeando el Liguarde por su cara este, para llegar a la bonita vega que hay en su cara norte y ascender la canal que muere unos 150 mts por debajo de la cumbre del Liguarde de 1.974 mts., y sin subir a esta cumbre dirigirnos al collado que le separa del Cordel, para a continuación afrontar la larga ascensión a esta bonita cumbre de 2.061ts.. La idea es volver a descender hacia este collado y ascender hasta el Liguarde y desde aquí descender por toda su arista sureste para terminar otra vez en Proaño.
Primera decepción del día; la parte baja de la montaña está practicamente limpia de nieve, el viento sur que ha soplado estos días se ha llevado por delante la mayor parte de la nieve caída, y además el día no está muy cristiano, con muchas nubes, algunas de las cuales cubren la parte alta de las montañas que queremos recorrer.
Nos preparamos con todos nuestros pertrechos invernales y un poco antes de las 9,30 nos ponemos en marcha Elena, Espe, Mayte, Julian, Tomas y el que no se pierde ni una, osea, yo.
y al poco de comenzar nuestro caminar, se empiezan a abrir claros entre las negras nubes, que nos hacen concebir esperanzas de que se nos arregle y podamos disfrutar de otro estupendo día de montaña.
pero al ascender del pueblo y dar vista hacia la parte norte, un fuerte, frío y constante viento nos empieza a soplar de frente, frenando nuestra marcha y haciendo un poco desagradable nuestra progresión por la larga pista, algo tapada por la nieve,que nos lleva hasta la pequeña vega donde existe una coqueta cabañita, en la vertiente opuesta a Proaño, donde hemos iniciado la marcha.
El sol comienza a asomarse por encima de las nubes que se van perdiendo hacia el sur y confirma nuestra expectativas en cuanto a la mejoría del tiempo. Pero el viento lejos de amainar cada vez sopla con más fuerza y sigue molestandonos machaconamente, enfriando todas las partes de nuestros cuerpos que no llevamos protegidas. El termómetro marca 0 grados, ya sabéis, la temperatura ideal, ni frío ni calor, pero la velocidad del viento, que seria de unos 30 o 40 Km/h. hace que la sensación térmica, según indica la tabla, sea de unos 13º bajo cero

cerca de las 11 llegamos a la cabaña que ya hemos visitado en otra ocasiones y nos disponemos a reponer fuerzas, que buena falta nos hace, y algunos aprovechan para tomar un poco el sol que inesperadamente nos luce esta mañana, como si estuviesen en el Sardinero en pleno mes de Julio
después de lo cual nos disponemos a afrontar lo que para mi es lo más atractivo de la marcha, la subida de la canal que de la vega donde nos encontramos sube hacia la parte alta de la ladera norte del Liguarde y que cuando está bien cargada de nieve, y sobre todo si esta nieve está en condiciones de usar los crampones, resulta muy disfrutona de ascender.

al fondo se ve la susodicha canal
pero según vamos entrando en ella, el viento en lugar de calmarse sopla aún mas fuerte, y a la fuerte pendiente, se le une el viento que nos da de cara y nos hace mas dificultosa nuestra ascensión.
En toda la canal no hago ninguna foto, pues al llevar los guantes puestos no hay quien se maneje, y quitarlos supones que a los pocos segundos los dedos de las manos se queden insensibles.
Ni siquiera las ultimas rampas de la canal que están en muy buenas condiciones para disfrutar del manejo de los crampones y el piolet, me resultan agradables.
Voy ya bastante cansado, y este viento constante y machacón hace que eche alguna maldición que otra. La única satisfacción que nos depara el día es esta vista de los Picos, con el Cordel y el Hijan a su izquierda.
Y emprendemos la larga travesía hacia el collado, para desde el, afrontar la también larga ascensión hacia el Cordel.

Espe y yo vamos un poco rezagados respecto al resto del grupo, cada vez voy más cansado, y a pesar que el día ha quedado bastante despejado, apenas me paro a contemplar el paisaje, es como si toda mi atención estuviese centrada en ir superando la cuesta y sobre todo en ir venciendo a ese viento que no afloja ni un momento y que constante y machaconamente va frenando nuestro progreso.

como se ve en la foto, vamos todos desperdigados, solo centrados en nuestra lucha contra el viento y en llegar cuanto antes a la cumbre, como si una vez que lleguemos arriba, a la vez que dejemos de ascender, también el viento deje de torturarnos, y así se acabe nuestro sufrimiento.
Espe, que me ha seguido hasta ahora se va rezagando, vuelvo la vista y veo que se refugia detrás de una gran roca que acabo de dejar atrás. Me hace gestos para que siga.
-¿te quedas? -la pregunto
¡si! -apenas oigo entre el rugir del viento
y continuo mi penosa progresión.
Ya no queda mucho, pero voy totalmente desfondado.
Hacia las 2,30, creo recordar, llego a la cumbre donde me espera el resto de la expedición
nos hacemos unas fotos y sin más contemplaciones comenzamos a buscar un sitio que nos proteja, aunque solo sea un poco, del gélido viento y comer algo, para ver si recupero un poco mi débil cuerpo para afrontar la larga bajada que nos espera hasta Proaño.
Ni siquiera me he parado un momento a contemplar las estupendas vista que ofrece esta bonita cumbre.
-¡aquí, aquí se está bien!
-¡no, mirad, ¡mejor aquí!
Pero la verdad es que en cualquier sitio que nos pongamos, el viento no deja de soplar, aunque estemos en la ladera opuesta de donde proviene este persistente y machacón viento.
Por fin nos parapetamos detrás de unas piedras, que solo hacen que la fuerza del viento sea algo menor que en los alrededores, y de pies y de cualquier manera, damos cuenta de nuestras viandas y sobre todo del calentito té, que es lo único que le apetece a mi estomago.
Desde nuestro precario comedor seguimos a Esperanza que vemos ha dejado su refugio y se dirige hacia el collado, suponemos que intentado encontrar algún sitio donde no azote tanto el viento, cosa que hoy resulta casi imposible. Y de pronto la niebla comienza a entrar por la cumbre y nos envuelve completamente reduciendo nuestra visibilidad a cero.
¡lo que nos faltaba!
¡que se nos meta la niebla y no podamos encontrar a Espe!
Afortunadamente enseguida se despeja, aunque a Espe ya no la vemos.
Terminamos rápidamente de comer y nos lanzamos hacia abajo con la ansiedad de poder encontrar a la desaparecida, que en esos momentos no vemos por ninguna parte.
Pensando que haya cogido el camino que sale cerca del collado y que desciende hacia el pueblo de Abiada, desistimos de ascender hacia el Liguarde y nos dirigimos hacia el, y efectivamente al poco vemos a nuestra Esperancita que está por encima del camino. Nos juntamos e inmediatamente comenzamos el descenso hacia el mencionado pueblo de Abiada, para después coger el camino que pasando por otro pueblo de campoo llamado Villar, nos llevará a donde tenemos los coches, Proaño.
Este camino lo hemos ya recorrido en un par de ocasiones, y voy con la idea de que ya no tenemos más que recorrerle hasta que nos deposite juntos a nuestro coches.
Pero ¡si, si! ¡de eso nada!
Un poco antes de llegar al pueblo de Abiada cogemos un camino que se desvía a la izquierda, y que según mi recuerdo, también lo cogimos la vez anterior que pasamos por aquí, y después de recorrerlo un rato, vemos como dicho camino muere en un prado que hay en pleno monte.
¡Busca por aquí! ¡busca por allá! y el camino no aparece por ninguna parte.
¡¡mecago en mi mantu!!
¡si las otras veces que pasamos por aquí, el camino seguía sin problema hasta Proaño!
¡¡menudo diita que tenemos hoy!!
¡y en poco más de media hora se hace de noche!
¡Pues nada a derecho para abajo, a algún sitio iremos a salir!
recorremos el monte orillando unos prados que hay dentro de él, por lo que nos resulta fácil caminar, pero después de un buen rato no vemos salida de este monte y no encontramos, ni rastro de camino, ni rastro de ningún pueblo.
Seguimos decididos con dirección hacia donde suponemos está la carretera que sube a Brañavieja con la esperanza de que tarde o temprano salgamos a ella, y como no todo nos iba a salir mal hoy, de pronto damos con un camino bastante marcado, el cual seguimos esperanzados. Y efectivamente, al poco vemos que entre los arboles nos aparecen unas casas que en un principio pensamos son de Proaño, con lo cual ya terminaria nuestra aventura de hoy, y que al acercarnos más compruebo que no son de Proaño, sino de Villar, con lo cual vemos que aun nos queda más de media hora de camino.
Ahora ya en Villar, reconozco el camino bueno que en las otra ocasiones recorrimos, y ya sin ninguna duda nos dirigimos hacia el final de nuestra caminata de hoy, llegando ya a Proaño con la última claridad de este sufrido día de montaña, que para mi alivio ya llega a su fin.
al fondo entre la niebla está la cumbre que hemos visitado hoy
Y como lo viví os lo he contado, un día de sufrimiento en la montaña, pero del que también se aprenden lecciones, ¡sobre todo de paciencia y aguante para vencer al viento que hoy nos ha tocado soportar y superar! ¡y que supimos superar, haciendo cumbre aunque yo llegase......
¡¡descojonaoooo!!
¿para cuando la próxima? ¡que yo me apunto!

2 comentarios:

  1. Pregunta para el guía (con todo el cariño del mundo) ¿se os han estropeado los walkies? ¿no hay presupuesto para pilas? ¿ya no vende mapas el IGN? ¿el Google earth se ha caido? ¿han dejado de funcionar los GPS?. ;-) je, je.

    Javichu, Justo, creo que hay que dar un "golpe de mano" y poner orden en el mando de las marchas.
    Voto por el traspaso del mando a alguna de las chicas. ¡Paridad ya!
    je, je, je.

    Las fotos, como siempre, estupendas.

    Cuidaros.

    PD: para su correcto entendimiento el comentario hay que leerlo con una sonrisa :-)

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  2. Pero cuánto nos gusta "de sufrir"....

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