Después de muchos meses de ausencia debido a las diferentes dolencias que han venido martirizando a nuestra buena amiga, al fin este sábado se animó a "sufrir" una de esas marchas que salen de mi mente calenturienta de fanático montañero.
Mas Julian, que también se apunta a todas, los tres comenzamos a caminar hacia las nueve menos cuarto con una mañana un poco fresca pero con buen tiempo inicial.
La subida transcurre por un monte precioso, con unos ejemplares de haya que llaman la atención, y con el río unos metros por debajo de nosotros con numerosas cascadas y unos rincones que llaman a parar y contemplarlos con detención.
Y después de dos horas de subida dejamos atrás los árboles del bosque que nos han cobijado hasta ahora y salimos a los puertos de Sejos. Se nos van mostrando parajes a cada cual más bonitos, que los hace más lucidos el radiante sol otoñal que disfrutamos esta mañana.Como telón de fondo se nos ofrece la cara norte del Iján, que después de proponérselo a mis compañeros, será nuestro objetivo de hoy. El Cueto de la Concilla que había previsto en un principio, ya le hemos visitado los tres en distintas ocasiones, no así esta vertiente norte del Iján que es desconocida para los tres componente de esta expedición.
entrando en los puertos de Sejos con la llamativa cumbre del Iján al fondo, tapada ligeramente por unas nubes que se asoman tímidamente a esta vertiente de la montaña
comienza a soplar un viento aún no muy molesto, y en este lugar que nos protege un poco de el, nos paramos a tomar las 11
continuamos subiendo, sintiendo cada vez más el azote del fuerte viento sur que a medida que vamos ascendiendo va creciendo en fuerza y en dificultad para nuestra progresión
por debajo de los Picos medio tapados por las nubes vemos algunos pueblos del valle de Polaciones
en algunas de las paradas que realizo para recuperarme de los envites del viento y para valorar si nos damos la vuelta, me doy cuenta que hacia la costa se distingue Santander
el Canto de la Borrica y el collado de Sejos
subimos cada uno por un lado, luchando por no rodar por el suelo y eso que vamos por la vertiente contraria de por donde sopla el viento, y al fin llegamos a las inmediaciones de la cumbre, que no pisamos salvo peligro de salir volando ladera abajo
desechamos descender por donde hemos subido, pues el bajar resulta más peligroso, y decidimos descender hacia el collado que separa al Ijan del Cordel, el terreno más fácil para descender hasta dicho collado discurre por la vertiente sur del cordal que es por donde azota el viento, y solo puedo decir que hubo momentos que pasé miedo de que una de las rachas de viento nos arrastrase hacia la otra vertiente y nos despeñase por algunos de los roquedos que por allí existen
en cuanto podemos nos metemos por la vertiente norte para protegernos algo del viento y poco a poco vamos descendiendo hacia el collado y aunque el viento nos sigue martirizando, las rachas ya no son fuertes y el terreno ya es menos peligroso
Elena nos comenta que el viento la ha arrancado el pañuelo de la cabeza y las gafas que llevaba puestas. En esta foto parece que la va a arrancar el pelo
a medida que vamos perdiendo altura el viento va perdiendo fuerza y sin más novedad llegamos a la cabaña donde nos relajamos y nos ponemos a comer un poco, que buena falta nos hace, para después afrontar el descenso hasta donde hemos dejado el coche. Ya tranquilamente vamos recorriendo estos parajes que hay por Sejos y que la tarde con el sol otoñal se presenta con gran belleza que he intentado plasmar con mi maquina de fotos
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