Estas cuatro primeras fotos me las ha enviado Gelo después de haber puesto las demás, y como las he visto interesantes, pues las he puesto, aunque no queden bien colocadas. En la primera se nos ve comiendo al sol ¡quien lo diría! con unas vistas magníficas, aunque echando de menos el flan de café que nos traía Maruja y que se volvió con ella para Santander, y en las otra se nos ve vadeando el río Casaño unos metros más abajo de donde se ubicaba el puente Llamero, actualmente desaparecido (vimos la viga de madera que hacia de puente sumergida en el agua) víctima de algunas de las fuertes riadas que nos han afectado en estos últimos años.
¿Cuantas veces nos volverá a ocurrir?, ¡porque ya nos ha ocurrido en bastantes ocasiones!. Salir de Santander jarreando agua, o incluso granizando, llegar al lugar del inicio de la marcha y seguir lloviendo, pero luego a lo largo del día ir mejorando, y al final disfrutamos de un día casi, casi, esplendido. Pues esto fue lo que nos pasó el sábado en la marcha que teníamos por el río Casaño y la ascensión al Cabeza Pandescura. Salimos de Santander y Torrelavega 13 miembros/as de este aguerrido grupo al cual tengo el honor de pertenecer. Lloviendo practicamente todo el camino, y cundo nos encontramos preparándonos para comenzar a caminar por encima del pueblo de la Molina, llueve aún con más fuerza. Comienzan las dudas:
-¡adonde vamos con el día que hace!
-¡vamos a coger una mojadura!
-¡esto no para en todo el día! ¡mejor volvemos para casa!
Al final, muy democráticamente se decide que el que quiera volverse para Santander, que lo haga y el que no, que se quede.
Y cuatro de los trece, montados en la nueva y flamante furgoneta de J.R. conducida por el mismo, inician el regreso para Santander, con el fin de estar protegidos de la insistente lluvia que no deja caer en esta mañana tan fría y gris.
este es el grupo que quedó después de las deserciones, mas el fotógrafo que era yo
atravesamos el pueblo de la Molina y descendemos hacia el cauce del río Casaño y después de atravesar el primer puente comienza nuestro recorrido por la orilla del río que nos depara muy bellos rincones
poco a poco la lluvia va remitiendo y enseguida nos encontramos con otro puente formado por dos únicos troncos, que al estar mojados hace un poco peligroso el paso
se pasa con mucho despacio y precaución, y sin novedad se llega a la otra margen del río por la que continuamos nuestro caminar
nos paramos a picotear un poco con el cielo cada vez con menos nubes, después de lo cual continuamos por el sendero, que nos lleva todo el tiempo por la orilla del río, aunque cada vez por terreno mas difícil de andar, aumentado por lo empapado que se encuentra el terreno. Vamos en busca del puente Llamero que según el mapa nos permitirá vadear el río, aunque las referencias que yo traigo sobre dicho puente es que ya no existe. Y efectivamente, llegamos a un punto donde el sendero está casi desaparecido, y como indico al principio del relato, vemos el tronco que hacia de puente sumergido en un gran pozo de agua, por lo que tenemos dos alternativas, o vadeamos el río por algún sitio que sea más asequible, o iniciamos el regreso por el mismo sitio que vinimos. Y casi sin pensarlo, los primeros "atrevidos" comienzan a descalzarse y a meterse hasta las rodillas en el agua, y en unos momentos se presentan en la otra orilla. Como vemos que los primeros ni se han ahogado ni los ha arrastrado la corriente, les seguimos sin rechistar, que en este grupo no tienen cabida los cobardes. Después de pasar todos, nos calzamos y comenzamos la ascensión de la canal que nos llevará hasta la Cabeza Pandescura, al principio por un terreno muy empinado e incomodo, y después un poco menos incomodo y menos empinado, pero que como ahora nos da el sol, nos hace hasta sudar
al llegar a un collado como son ya las dos y media nos paramos a comer en el sitio que se ve en la primera foto y con estas vistas al frente. En esta, al fondo entre la nube se ve el Pico Cabrones y el Cerredo
después de solventar algunos problemas de orientación, nos acercamos hacia la cumbre que nos tocaba hoy, el Pandescura, pero como vamos un poco justos de tiempo y lo que queda de camino nos es desconocido, y aunque pasamos a cincuenta metros de la cumbre, decidimos pasar de largo y comenzar nuestro descenso hacia la Molina antes que nos caiga la noche encima
y a las seis y cuarto, justo al caer la noche, llegamos a los coches, felices por que al final se produjo el milagro, y pudimos realizar la marcha completa, con la única pena por los que por la mañana decidieron volverse y que se perdieron otro gran día de montaña. Y nosotros nos quedamos sin postre. ¡¡que no vuelva a ocurrir!!
3 comentarios:
¡Enhorabuena valientes!
¿Que tal estaba el agua?
-¿Dónde están los desertores? ¡A por ellos que son pocos y cobardes!
- Creo que en la desembocadura del río han tenido serios problemas por el olor que despedía el agua. ¿Sabéis algo vosotros?
- El dicho que digo siempre: Los pocos que mal parecen pero que bien guarecen.
Me ha gustado mucho el reportaje y me he reido con los videos, pero pregunto, ¿no estaba fria el agua?
Bueno valientes, en hora buena,y gracias por el rato que he pasado viendo el todo ello.
Un saludo.
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