Para completar nuestro calendario de marchas y ascensiones correspondiente al año que ya esta a punto de finalizar, solo nos quedaba el Cotalba, y para poder acometer su ascensión, teníamos que llegarnos hasta la zona de los Lagos, más concreta mente, al Collado de Pan de Carmen, que es el lugar donde se dejan los coches cuando se afrontan ascensiones por la zona de Vegarredonda.
Como ya hay bastante nieve por la montaña, ibamos con la duda de si podríamos entrar con los coches hasta el aparcamiento, o si por el contrario, tendríamos que recorrer a pie los dos kilómetros y medio de pista que separa el lago de Enol del aparcamiento.
Afortunadamente los dos coches que llevábamos, superaron el recorrido y los abundantes baches que en el nos encontramos, sin ningún problema, y pasadas las nueve iniciamos la marcha.
Aquí se nos ve en la foto de salida a los ocho, mas Pepa, que nos apuntamos para la ocasión, bien pertrechados con el material de invierno, dispuestos a disfrutar de un gran día de montaña.
La cosa prometía, pues aparte de disponer de un cielo completamente despejado, la nieve nos la encontramos bastante dura, lo cual nos facilitaba enormemente la progresión.
Muy poca gente por la zona. Solo algunos rebecos que nos vigilaban como extrañados de nuestra presencia.
Una pequeña parada junto a una cabaña en la Redondiella.
Ya vemos a nuestro objetivo de hoy, en cuya cumbre ya comienza a calentar el sol.
Desde el Collado Gamonal damos vista al refugio de Vegarredonda, donde nos pararemos a tomarnos un tentempié.
Como vemos que la nieve continua bastante endurecida, aprovechamos la comodidad del lugar para ponernos los crampones.
Desde el refugio cogemos el camino que va hacía el mirador de Ordiales, apenas perceptible bajo la nieve y con continuos sube y baja, nos vamos acercando hacia nuestro objetivo.
Dejamos atrás el refugio, ahora calentado por los rayos del sol.
Como vemos que las raquetas no nos van a ser necesarias, los que hemos cargado con ellas, decidimos dejarlas en un apartado del camino para recogerlas a la vuelta. Bueno, menos Sonia que como va sobrada, no la importa llevarlas cargadas en la mochila.
A punto de dar vista ya al mirador de Ordiales, se nos muestra así de magnífico el Tiatordos, y un poco a su derecha, se ve al fondo la pirámide que forma la Peña Ubiña.
Nos acercamos hasta el refugio que hay antes de llegar al mirador. Desde el afrontaremos en dirección sur, la ascensión de los trescientos metros que nos separan de la cumbre del Cotalba.
Otra muy buena vista del Tiatordos.
Pasito a pasito vamos dejando abajo el refugio, y también vamos ampliando el panorama de las magníficas vistas que hoy nos ofrece la montaña.
A lo lejos vemos el pueblo de Amieva, que se eleva por encima del valle por donde el río Sella desciende hacia Cangas de Onís.
Antes de afrontar el último tramo para llegar a la cumbre, nos metemos en un profundo jou que para salir de el, dudamos por donde progresar. Al final lo vemos mas factible por la parte izquierda que se ve en la foto y por ahí dirigimos nuestros pasos.
Tramo con bastante inclinación, pero que debido al buen estado de la nieve, lo superamos sin mayor problema.
Pepa no necesita ni crampones ni piolet.
Sonia disfrutando con sus crampones nuevos.
Una vista hacía abajo.
Los primeros llegando a la cima.
Chema que es el primero en pisarla, espera con este panorama a que lleguemos los demás.
La vista que nos encontramos hacia el sur.
Esta hacia el norte. Muy al fondo se ve con nitidez la sierra del Sueve.
De izquierda a derecha, la Torre de Santa María, la Torre de la Horcada y la Torre de Enmedio, y por delante de las dos, el Requexón. A la derecha, la alargada silueta de la Torrezuela.
La Cabra Blanca y el Diente.
Canto Cabronero y la Peña Beza.
La foto de cumbre en dos partes. Su estrechez no daba para muchas florituras.
Tras las fotos y de disfrutar de las magníficas vistas, iniciamos el descenso, para ir a comer a la zona del mirador.
Ana y yo que nos resistimos a abandonar la cumbre, fotografiamos al resto que ya están bastante abajo.
Nos dirigimos hacia el mirador de Ordiales.
Unas fotos para que quede constancia.
Nos acercamos al refugio para dar cuenta de nuestros bocadillos.
Ya en el descenso, uno de esos contraluces que tanto me gusta fotografiar.
Otra vista de la Torre de Santa María.
Decimos adiós a los tres refugios de Vegarredonda.
Y a la Torre de Santa María que recibe los últimos rayos de sol del día.
La última parte del descenso la realizo en solitario. Mis compañeros van muy adelante y yo de vez en cuando, siento la necesidad imperiosa de detenerme y fundirme con la paz y el sosiego que la tarde, y todo lo que me rodea me trasmiten. Hoy vuelvo para mi casa con la sensación de que por haber podido vivir este día, ya ha merecido la pena vivir la vida. Hasta la próxima, con el deseo de que pronto podamos repetir un día como este.
No hay comentarios:
Publicar un comentario