La temporada invernal ha comenzado con fuerza este año, y tras la espectacular raquetada del día 2 por la zona de Barrio, el viento del norte nos brindó una segunda oportunidad, esta vez por la zona de Espinama y Fuente Dé.
Para este sábado día 16, la previsión era de precipitación durante todo el día, con la cota de nieve en torno a los 800/900 mt., por lo que nos dirigimos hacia el pueblo de Espinama con la intención de ascender hacia los puertos de Áliva y ver lo que las nubes nos permitían hacer.
Solo Sonia y Guillermo se apuntaron para la ocasión, y cuando pasadas las nueve de la mañana partimos de Espinama, nevaba con intensidad, aunque aquí casi no llegó a cuajar en todo el día.
Ascendemos por la pista que lleva a los puertos de Áliva y enseguida encontramos el camino y los árboles cubiertos de nieve .
Casi sin darnos cuenta damos vista a los invernales de Iguedri. Hoy la subida hasta aquí se nos ha hecho corta. Vemos una cabaña abierta y aprovechamos para tomarnos un respiro y para comenzar a disfrutar del té y del café bien calentitos.
Una vez repuestas fuerzas, continuamos por el camino hacia la entrada de los puertos de Áliva, con casi cuarenta centímetros de nieve cubriéndole. Al pasar la portilla donde el camino enfila en dirección norte, unas fuertes ráfagas de viento y nieve nos sacuden de frente, haciendo muy costosa la progresión. Sonia y yo vamos bien equipados con gafas de ventisca que nos facilita la progresión y la visibilidad. No así Guillermo, que aun no dispone del equipo completo para el invierno, por lo que en algún momento nos planteamos el darnos la vuelta. Como la cabaña que hay en la entrada a los puertos a mano izquierda, no quedaba ya muy lejos, aguantamos y llegamos hasta ella, recibiendo con gran alivio el cobijo que nos proporcionó nada mas entrar en ella.
Nos volvemos a reconfortar con las bebidas calientes y nos planteamos como continuar la jornada. Viendo que la cosa no tenia pinta de mejorar, decidimos iniciar el descenso, pero en lugar de bajar directamente hasta Espinama, cogeremos el camino que desde la salida de los puertos de Áliva, desciende hasta Fuente Dé, recorriendo el monte que hay por debajo de las paredes del Pico Valdecoro.
Una foto delante de la cabaña que nos ha dado cobijo. Con la nieve y la ventisca, resulta difícil sacar fotos, pues el objetivo de la máquina se moja y se empaña, y como se nota en alguna de las fotos, estas salen algo borrosas.
Como ahora el viento nos de espaldas, el descenso nos resulta mucho mas cómodo.
Pasamos las Portillas del Boquerón, que así se llama la portilla de salida de los puertos, y descendemos por terreno muy inclinado y con el sendero totalmente tapado por la nieve, en busca del inicio del camino que baja hasta Fuente Dé.
Aquí ya estamos en el, engullidos por una buena capa de nieve.
Las patas de Pepa cubiertas de pelotas de nieve que la dificultaban un poco el caminar, pero disfrutó como solo ella sabe disfrutar en la montaña.
Nevando y con todos los utensilios de protección, cualquier maniobra para sacar la máquina de fotos o el móvil, resulta un verdadero engorro, pero cualquiera se resiste a fotografiar toda esta belleza que nos rodea.
Un acebo a la orilla del camino, llama nuestra atención.
Cuando el camino comienza a enfilar en dirección a Fuente Dé, vemos el pueblo de Pido y sus alrededores totalmente blancos.
El último tramo antes de llegar a Fuente Dé, se nos hace muy largo y costoso. A las tres llegamos a la campa tras rodear el parador, con muchas ganas ya de meter mano a nuestros bocadillos.
Antes de dirigirnos hacia la estación inferior del teleférico, nos acercamos hasta esta cabaña que hay en medio de la campa, por si estuviese abierta y pudiéramos comer dentro de ella. Como era de esperar por el lugar donde se encuentra, estaba cerrada con un candado.
Nos acercamos hasta la cafetería que hay junto al aparcamiento, y sentados en una mesa con una buena calefacción y acompañadas por unas buenas jarras de cerveza y un riquísimo caldo, dimos cuenta de nuestros bocadillos, disfrutando así de otro de los grandes placeres que la montaña nos suele ofrecer.
Así estaba la zona de la Jenduda.
Como el coche lo tenemos en Espinama, recorremos por carretera los tres kilómetros que nos separan de el, admirando el inusual paisaje que nos rodea. Yo de hecho, en los muchos años que llevo haciendo montaña, nunca me había coincidido ver el circo de Fuente Dé así de nevado.
Los Puertos de Salvorón.
El pueblo de Pido que antes veíamos desde mas arriba.
Y Espinama, de donde partimos esta mañana. Y esto fue todo lo que nos dio de si la jornada, que para los que nos gusta tanto la nieve, se puede calificar como de magnífica. ¡Y que siga así la cosa!
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