Como para el pasado sábado día 13 daban mal tiempo, con la cota de nieve a unos 900 m., nos fuimos hasta el pueblo campurriano de Proaño, con la intención de ascender desde el pueblo bordeando el Pico Liguardi hasta llegar a su cara norte, ascender la bonita canal que existe en esta vertiente de la montaña y que desemboca a unos doscientos metros por debajo de la cumbre, para sin llegar a ella, dirigirnos al largo collado que separa esta montaña del Pico Cordel, hacer cumbre en este pico para después sí, pisar también el Liguardi, y desde aquí, descender hasta Proaño atravesando el bonito robledal que hay por encima del pueblo.
La nieve empezaba en el pueblo, aunque en poca cantidad. A partir de los 1.200 m. es cuando nos la encontramos mas homogénea.
Cuando partimos del pueblo comenzaba a clarear el día. La foto de salida nos la hicimos cuando ya había un poco mas de luz.
Así se veía el Castro Valnera en la lejanía.
La nieve estaba en muy buenas condiciones y en hora y media y sin tener que ponernos las raquetas, llegamos a la cabaña situada en la vega de donde arranca la canal que queremos superar, ya en la cara norte del Liguardi. Tras una parada para reponernos un poco al abrigo de la cabaña, nos ponemos de nuevo en marcha, bien perpetrados para afrontar la ascensión de la canal.
Aquí la vemos en su totalidad a la salida de la cabaña.
Hasta aquí hemos llegado sin que nevase. Pero el viento que por aquí ya sopla con fuerza, mueve las nubes por encima nuestro a gran velocidad y nos hace dudar de nuestras posibilidades de hacer cumbre hoy. Pepa esperando a que lleguemos para comenzar a ascender la canal.
Chema y Sonia se adelantan y llegan antes que el resto al collado, tras superar la píndia pala de nieve que en esta ocasión, apenas presenta dificultad para superarla.
Sonia saliendo al collado.
Los dos por encima de la cornisa, a la cual estamos llegando José Luis y yo.
Tras superar los cuatro la canal, nos dirigimos hacia el collado que separa el Liguarde del Pico Cordel, azotados por el viento y la ventisca, pero progresamos sin temor, pues esta es una zona que yo conozco muy bien de anteriores andanzas por la zona, y además, dispongo de la aplicación en el móvil que me va marcando en todo momento nuestra posición en el mapa.
Tras llegar al collado, comenzamos a superar los trescientos metros que nos separan de la cumbre del Cordel, soportando el fuerte viento y la ventisca que nos van atosigando en todo momento. Aquí vemos a Chema tras superar el único tramo que ofrecía algo de dificultad, ya muy cerca de la cumbre.
José Luis y Sonia se disponen también a superarlo.
Llegando a la cumbre.
Tras el esfuerzo, la recompensa de la cumbre.
Cuando iniciamos el descenso, el viento que hasta ahora nos había castigado sin compasión, se calma totalmente y los copos de nieve comienzan a caer con mucha suavidad.
Tras pasar de nuevo por el collado, comenzamos el largo ascenso hacía el Liguadi. Un poco antes de llegar a su cumbre, nos parapetamos tras unas grandes rocas para comer un poco y sobre todo, dar cuenta de las muchas bebidas calientes de que hoy disponemos, a saber, café, té con miel y limón, y un sabrosísimo caldo.
Afortunadamente el personal está bien pertrechado.
En la cumbre del Liguardi.
Desde la cumbre del Liguardi, iniciamos el descenso hacia el pueblo bajo una nevada bastante intensa, pero que ahora al caer sin que apenas sople el viento, es una gozada.
Nos introducimos en el robledal que esta precioso.
A la salida del monte, nos paramos un rato en la cabaña allí existente, para dar cuenta de los últimos sorbos de las bebidas calientes, tras lo cual continuamos hacia Proaño que ya lo tenemos cerca. Ya casi es de noche cuando llegamos a los coches y nieva con bastante intensidad. Muy contentos iniciamos el regreso por la fuerte actividad realizada, habiendo cumplido, pese a las inclemencias, los objetivos que nos habíamos propuesto.
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