jueves, 6 de diciembre de 2018

Un precioso recorrido con cumbre en Peña Ruana

Preciosa resultó la ruta que realizamos el pasado sábado día 24 de Noviembre saliendo desde la Molina y ascendiendo a la Peña Ruana, cumbre de 1.509 mt. de altitud. No solo la cumbre con sus magníficas vistas de la parte baja del macizo Occidental resultó de nuestro agrado, también todo el recorrido, visitando primero varias majadas de singular belleza, pese al marcado deterioro de las cabañas que las forman, y ya en el descenso por la tarde, la bajada y posterior recorrido del río Casaño con una vegetación y un ambiente totalmente salvaje y carente de senderos que da al caminante, la sensación de encontrarse en los sitios mas recónditos del planeta.
La foto de salida en el pequeño pueblo de la Molina.

Que no es que esté ya cansado, que estoy colocando la máquina para la foto.

Del pueblo de la Molina tenemos que perder cincuenta metros para atravesar el río Casaño por el puente Pompedro, por debajo del cual, las aguas del río rugen con fuerza al pasar encajonadas en este tramo del río. En este punto cerraremos de vuelta por la tarde, el circuito de nuestra ruta de hoy. Ahora nosotros continuamos ascendiendo siguiendo un marcado sendero dejando atrás robles y castaños de considerable tamaño.

Seguimos ascendiendo hasta llegar a un pequeño montículo, el Coterón, tras el cual hay una coqueta cabaña que tras pasarla unos metros, comienzan las revueltas de un empedrado camino que se denomina las Retraites.
Esta es la cabaña.




Y estas las Retraites.

Aquí se ve por donde hemos ascendido.

Las vistas comienzan a ser fantásticas.

Llegamos a la Redondiella, majada con diversas cabañas y en distintos estados de conservación. La primera que encontramos, se ve que ha sido sometida a una importante remodelación y se muestra muy acogedora. Como ya es la hora del aperitivo, aprovechamos para hacer una parada y disfrutar del lugar, del bocadillo y de la temperatura que hay en el ambiente.

El lugar invita a soñar con pasar algún fin de semana disfrutando de la paz y de las vistas que desde aquí se perciben.

Seguimos atravesando la majada.

Algunas cabañas aún muestra parte del esplendor que hace tiempo llegaron a lucir.

Dejamos atrás la majada y comenzamos a ascender por una ladera que nos debe conducir hacia la cumbre de hoy.

Vemos a nuestra espalda la cima del Cabezo Lleroso.

Unos rebecos por encima de la majada.

Nos despedimos de ella con la sierra del Cuera de magnífico fondo.

Detrás de Juan Carlos vemos el collado Lincos y la primera parte de la canal por donde descenderemos al río Casaño.

Seguimos ascendiendo hacia la Peña Ruana.

En primer término el Jascal, y al fondo el Lleroso

Por encima de la cabeza de Chema, la zona de los Lagos.

La enorme y preciosa vega de Comeya.

Llegamos a la Peña Ruana donde nos recibe un viento un poco desagradable, lo que no impide que nos fotografiemos uno a uno con ese magnífico fondo.


Otra vez el Jascal y el Lleroso.

Las cumbres del Occidental, totalmente cubiertas por las nubes que arrastra el viento sur.



Aquí los cuatro juntos.

Las majadas de Camplengo Viejo y Camplengo la Cueva por donde tenemos que descender.

Una corta y divertida destrepada para bajar de la Peña Ruana hacia la Veyuga


La Veyuga, otra bonita majada con alguna cabaña aún en píe, ¿por cuanto tiempo?


El Cantón del Texéu por donde tenemos que descender para llegar al collado Lincos.

Camplengo Viejo.

Con la Peña Ruana al fondo.

Y Camplengo la Cueva.


Esta es la cueva.

De Camplengo la Cueva descendemos hacia Vega Espines y Brañarredonda. Aquí se nos ve llegando a esta última, donde nos pararemos a comer junto a las dos cabañas allí existentes, y acompañados por un pastor de Demués que anda por aquí cuidando de su rebaño, de unas 160 ovejas.


Seguimos camino para coger la pista que nos lleva al collado Lincos, donde iniciaremos el descenso hacia el río Casaño.

La agreste cara Oeste de la Peña Ruana con el Jascal a su derecha.

Descendiendo por el valle Llamero hacia el río Casaño.

Encontramos algún roble de gran porte.

Bajada con mucha pendiente y abundante vegetación, y sin senderos que seguir.

Tras un descenso de 400 mt., llegamos al río y lo atravesamos por el puente Llamero.


Una vez pasado el puente hay dos variantes para descender hacia la Molina. Una es continuar por la margen derecha del río siguiendo un casi imperceptible sendero, y la otra, continuar unos metros hacia arriba por este margen y comenzar a ascender en busca de los restos de un canal que en su tiempo se quiso construir, pero que nunca se llegó a hacer, para recorrer ese canal que va labrado por la roca y que parece que resulta mas interesante que la otra opción. Dada la hora y la proximidad de la noche, unido al desconocimiento de la zona por nuestra parte, Chema y yo somos partidarios de descender por la senda que trascurre por la orilla del río, pero Juan Carlos y Carlos quieren intentar la otra opción, y como estamos comunicados por los wualquis, iniciamos el descenso por separado. Nosotros vamos viendo que esta primera parte del descenso, transcurre por terreno muy escabroso sin apenas sendero y con mucha maleza, lo que dificulta enormemente la progresión. También vemos que poco a poco la oscuridad se va adueñando del cielo, y tras comunicar por el wualqui que los otros dos expedicionarios no ven por donde acceder a la canal, decidimos que se den la vuelta y bajen a nuestro encuentro para continuar el descenso juntos. Como se quedan con las ganas de conocer ese recorrido, comentamos de tener en cuenta esta ruta para repetirla cuando los días sean mas largos y tengamos mas tiempo para explorar esta bonita zona. 

Recorremos este primer tramo que se encuentra en peores condiciones, antes de tener que encender las frontales, y aún podemos fotografiar los magníficos ejemplares arbóreos que nos vamos encontrando.


Ya vamos por sendero mas marcado cuando tenemos que sacar las frontales de la mochila y gracias a la luz que nos proporcionan, llegamos sin contratiempos a la parte del pueblo donde hemos dejado los coches, siendo ya de noche cerrada. Hoy no hemos pisado nieve, pero han sido diez horas y media con un recorrido de gran belleza que nos ha dejado plenamente satisfechos. Habrá que tomar nota y volver a adentrarnos por estos vericuetos sin tardar mucho tiempo.



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