Después de casi seis meses sin publicar un reportaje, debido sobre todo a la falta de tiempo y también, porqué no decirlo, a un pequeño bache en la motivación, no se si influenciado por esta situación tan dura que nos está tocando vivir, o por la edad que ya comienza a pasar factura.
La verdad es que actividad no ha faltado, ya que desde que salimos del confinamiento, las salidas no han parado de producirse casi al mismo ritmo que antes de la pandemia.
Lo que me ha animado a romper esta apatía ha sido la bonita y disfrutona marcha realizada el pasado sábado día 24 que partiendo del pueblo de la Molina en la zona asturiana de Cabrales, nos llevó hasta la cumbre del Jascal para después recorrer la larga arista que nos acerca al collado que separa este cordal de la parte superior del Cabezo Llerosos, cumbre en donde finalizamos la ascensión y desde donde emprendimos el descenso, dejando a nuestra izquierda el cordal y la cumbre del Jascal, hasta el pueblo de la Molina.
Foto de salida en la Molina cuando comenzaba a amanecer y en donde se ve a los siete que nos apuntamos para afrontar el reto propuesto para el día de hoy.Tenemos que perder unos cincuenta metros de desnivel para atravesar el río Casaño por el puente Pompedro, donde siempre hay que hacer una parada para contemplar y escuchar el rugir de las aguas que por debajo del puente pasan encajonadas en la roca. A partir de este punto comienza la ascensión, siguiendo un marcado y en algunos tramos, embarrado sendero que nos va subiendo hacia la braña de el Coterón. Chema, como todos los días va muy risueño.
Llegamos a la cabaña donde en otra ocasión que anduvimos por estos lares, el amigo Jelu nos dio una clase de la utilidad que se daba en otros tiempos a estas construcciones, y los trabajos que por aquí se realizaban, todos basados en explotación de la ganadería.
Dejamos atrás la cabaña y el camino, ahora empedrado, se empina en continuas revueltas para salvar un gran paredón denominado los Retraites.
Desde donde tenemos esta magnífica vista de la sierra del Cuera.
Una vez superado los Retraites, el camino nos deposita en una amplísima zona jalonada por esbeltas montañas de caliza, tapizadas en su base por amplias y frondosas brañas, que de no conocer muy bien la zona, dan lugar a confusión a la hora de seguir el camino escogido.
Nosotros nos acercamos a la llamada Begarredonda, al fondo de la cual se inicia una amplia canal por donde debemos proseguir nuestro ascenso. Pero antes, hacemos una parada al lado de una de las varias cabañas, ya en clara ruina, que adornan esta bonita vega, para tomar un tentempié que nos aporte energía para continuar con la marcha
Por detrás de una de las cabañas descubrimos el cadáver de un zorro, al parecer bastante reciente, que mostraba una profunda herida en el cuello, posible causa de su muerte, no sabemos a mano de quién.
Las galletas con que nos obsequia Chema, en esta ocasión en forma de hojitas, pero tan ricas como siempre.
Llegados al collado, damos un giro a nuestra izquierda y acometemos la arista que nos subirá hasta la cumbre del Jascal.
También vemos a nuestros pies la majada de la Veyuga, y por encima de ella, a la derecha, vemos la cumbre de la Peña Ruana, cumbre que hicimos no hace mucho tiempo, con un recorrido de muy grato recuerdo y que queremos repetir sin tardar mucho.
El macizo central también quiere ser protagonista en esta ascensión. En el centro, su cumbre más emblemática, Torrecerredo.
Llegamos a la cumbre del Jascal, jalonada por grandes bloques de piedra caliza, con muy buena adherencia para las botas. Unas pequeñas trepadas, y estamos en la cumbre.
La foto de cumbre no puede faltar. Estamos a 1.729 m. y un fuerte viento de suroeste nos empieza a martirizar.
Son ya pasada la una, y nos queda toda la crestería que nos llevará mas de una hora, por lo que nos cuestionamos el hacer cumbre en el Cabezo Llerosos que vemos retador al fondo.
Comenzamos el recorrido con continuos sube y baja y terreno muy caótico, pero con cuidado y concentración se deja hacer...y disfrutar.
Lo peor, el fuerte viento, que en algunos momentos amenaza con sacarnos volando en los sitios mas expuestos.
Recorrido expectacular.
Hasta mi amigo Justy que hacia tiempo nos tenia olvidados, esta disfrutando hoy.
Y ahora ascender otro, con el disfrute de ir descubriendo los pasos y el ver que vamos comiendo metros a la crestería sin volver para atrás.
La arista cae en verticales paredes hacia el Caleyu de Santu Toribiu, un encajonado valle al pie del Jascal por donde descenderemos por la tarde.
Comenzamos el descenso hacia el collado que separa al Jascal del Cabezo Llerosos, en donde decidiremos si ascendemos a este último, o iniciamos el descenso hacía la Molina.
Ya es tarde, pero nos encontramos aún con fuerzas e iniciamos el ascenso de los casi doscientos metros que nos separan de la cumbre.
Llegamos a ella y nos recibe con unas ráfagas casi huracanadas de viento que nos hace peligrar nuestra estabilidad, además, la sensación térmica es muy baja y hasta los móviles se quedan sin batería por el frío.
La foto de cumbre no puede faltar, en dos veces, pues si posamos la máquina para la foto fija, saldría volando.
Cerca de las cuatro encontramos un parapeto para comer sin el azote del viento, pero alguno, por no sacar el goretex, se pasa toda la comida tiritando, y eso que hoy había un buen acopio de botas de vino.
Aquí, atravesando el Caleyu de Santu Toribiu, que anteriormente vimos a nuestros pies desde la crestería.
Una parada en la cabaña de el Coterón para esperar al guía que se ha quedado un poco retrasado. Es lo que tiene el hacer muchas fotos y muchos vídeos para confeccionar este reportaje.
Ahora al anochecer y tras once horas de dura pero reconfortante actividad, llegamos a la Molina con un muy buen sabor de boca y con alguna propuesta de no tardar mucho en repetir esta bonita y disfrutona actividad.
Y esto fue todo en esta mi vuelta a los reportajes del blog, deseando que de ahora en adelante, no se demoren tanto como en esta temporada pasada.
Por último, os pongo el vídeo que he preparado, donde se ve mas vivamente lo que dio de si la marcha.
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