A continuación nos espera este tramo con una trepada muy vertical de unos seis metros que fue el más exigente y el que estuvo a punto de frustrar nuestro progreso. Me explico, de los cinco que estábamos en el fregado, yo era el único que había realizado esta travesía, aunque la última vez hacia ya nueve años, por lo que iba en cabeza intentando recordar el camino a seguir, por lo que soy el primero que comienza a trepar por la pared. Los primeros pasos de trepada me resultan un poco complicados pero enseguida llego a la parte alta del muro. Con mucha tensión me asomo al otro lado y veo que tiene también otros seis metros que al primer golpe de vista me parecen imposible de descender. Me descuelgo hasta donde se encuentran mis compañeros y comenzamos a intentar descubrir otro posible paso, pero no lo vemos por ningún lado. Muchas dudas y las primeras expresiones que insinúan el darnos la vuelta y desistir de la travesía. Yo me niego a ello, pues si ya he pasado dos veces por aquí, como no vamos a poder hacerlo una tercera. Tras un rato de muchas dudas y cuando ya mis compañeros manifiestan casi todos que nos demos la vuelta, vuelvo a trepar el muro, ahora con mas seguridad, y me asomo al otro lado con mas decisión para descubrir que a media altura del muro hay un ancho escalón que permite descolgarse con toda la facilidad del mundo. Se lo trasmito a mis compañeros, y aunque en un primer momento recelan todos de seguirme, ante mi insistencia, finalmente Faustino se anima y se encarama en lo alto del muro para confirmar lo factible del destrepe por la otra vertiente, y entonces ya si, uno a uno vamos superando todos el obstáculo con gran alegría y regocijo por poder continuar con el camino que nos habíamos propuesto. |
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