Norma que debiera ser de obligado cumplimiento

Norma que debiera ser de obligado cumplimiento para todos
Para facilitar la organización de vehículos y saber a quienes hay que esperar en Mompía o en cualquier otro lugar de reunión de salida, se ruega muy encarecidamente enviar un mensaje bien al móvil, o bien al correo electrónico de Alberto o quien dirija la salida, indicando quiénes van a ir a la marcha, lo más tarde el viernes al mediodía, si es posible.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Iniciando la temporada invernal en Cumbres Avenas

Nos encontramos a mediados de Noviembre, y durante lo que llevamos de mes la lluvia, el viento y el frío no nos han dado tregua, por lo que la montaña esta mas cargada de nieve de lo que suele ser habitual para estas fechas, mas con lo caído en los dos días anteriores a la realización de esta marcha, con la cota de nieve situada en los 800/900 mt. Sabemos por experiencia, que en el día siguiente a una buena nevada, el paisaje suele estar espectacular, sobre todo los montes, con las ramas de los árboles bien cargadas del blanco elemento. Con la intención de disfrutar un poco de este bonito espectáculo, nos llegamos hasta el pueblo de Espinama, con la idea de ascender por la pista hasta los puertos de Áliva y desde aquí, hacer cumbre en el Joracón de la Miel, punto culminante de Cumbres Abenas.

La foto de salida en Espinama, en donde se ve a los cinco que nos apuntamos para la ocasión.

Así lucia el pueblo cuando pasadas las ocho y media de la mañana nos pusimos en marcha.

Y así los árboles del monte que hay por encima del pueblo.

En el primer tramo de la pista tenemos diez quince centímetros de espesor, por lo que no necesitamos ponernos las raquetas.

Como se ve, el paisaje, todo un deleite para la vista.

Al ir cogiendo altura, el espesor de la nieve aumenta, por lo que es la hora de ponerse las raquetas.

Por aquí el espesor de la nieve supera el medio metros, por lo que decidimos ponernos en fila e ir turnándonos cada veinticinco pasos para repartirnos el gran esfuerzo que supone el ir en cabeza abriendo huella.


El gran esfuerzo es de sobra compensado por la belleza de todo lo que nos rodea.




Con disciplina en los relevos vamos comiendo metros al camino, y casi sin darnos cuenta, dejamos atrás el monte y damos vista a las cabañas de los Invernales de Igüedri.


Que nos reciben con sus mejores galas y nos protegen un poco del viento, cuando nos paramos a reponer las fuerzas gastadas en la trabajosa subida.

La nubes que cubren el cielo, en algunos momentos se apartan un poco para dejar que se cuelen tímidos rayos de sol, que contribuyen a realzar la belleza del paisaje.

Tras reponer fuerzas, continuamos nuestro progreso por la nieve en busca de los puertos de Áliva.

A la izquierda del camino, descubrimos a estos rebecos buscando entre la nieve algo que llevarse a la boca.

Tras pasar por las Portillas del Boquerón, nos vamos acercando a los puertos de Áliva, totalmente vestidos de blanco.

Nada mas llegar a la entrada de los puertos, giramos a la derecha para enfilar los quinientos metros que en empinada cuesta, nos separan de la cumbre que queremos pisar hoy.

Pero llegados a este punto, el grupo se divide. Jelu y Berto FEVE deciden que les compesa mucho mas el bajarse a comer unas buenas alubias que seguir bregando con la nieve, y se dan media vuelta para llegar antes que les cierren el comedor.

Chema, Juan Carlos y yo continuamos la ascensión, que se se nos hace cada vez mas dura, pero con mucho coraje y decisión, le vamos comiendo metros a la montaña.

Juan Carlos nos fotografía a Chema y a mi.

Y aquí Chema, a Juan Carlos y a mi.

Chema, que en los últimos metros casi ha echado a correr, nos saca en los últimos metros antes de ganar la larga arista de las Cumbres Abenas.


Si no fuera por la alambrada, se podría decir que estamos llegando a la cumbre del Everest.

Al fondo, aunque no lo parezca, tenemos el Collado de Cámara.

Chema llegando a la cumbre.

Cumbre del Joracón de la Miel, 1.925 mt.




Tras las fotos, para abajo en busca de una cabaña en donde poder dar cuenta de nuestra comida.


Ya en la cabaña, disfrutando de la comida, aunque lo hicimos con rapidez. El estar parados producía que el frío se fuese apoderando de nuestros cuerpos.

Tras lo cual iniciamos el rápido descenso hacía Espinama. Pasadas las cuatro llegamos al coche e iniciamos el regreso hacia Santander.

Bajando por la carretera, vemos la cumbre que hemos pisado, mil quinientos metros por encima nuestro. Y esto fue todo. Parece que esta año si ha comenzado bien la temporada invernal. Esperemos que dure para poder seguir disfrutando de la dura pero gratificante montaña invernal.