Norma que debiera ser de obligado cumplimiento

Norma que debiera ser de obligado cumplimiento para todos
Para facilitar la organización de vehículos y saber a quienes hay que esperar en Mompía o en cualquier otro lugar de reunión de salida, se ruega muy encarecidamente enviar un mensaje bien al móvil, o bien al correo electrónico de Alberto o quien dirija la salida, indicando quiénes van a ir a la marcha, lo más tarde el viernes al mediodía, si es posible.

lunes, 11 de febrero de 2013

Historia de un intento frustrado al corredor sur del Curruquilla y al Curavacas

Yo en ERE y Eloy en paro, así que disponemos de muchos días libres. El jueves 31 de Enero habíamos estado con Jose en el corredor del Escamellao.
El lunes 4, al mediodía, Eloy me llama por teléfono para decirme que como parece que para el día siguiente, martes, el tiempo da una pequeña tregua, sobre todo para el interior, va a realizar una escapada por la zona del Curavacas para ver que se puede hacer.
-¿me acompañas y miras que podemos hacer? me dice.
Me coge un poco de sorpresa y le digo que mas tarde le digo algo.
Pero a los diez minutos ya tengo la decisión tomada, una propuesta así no se puede rechazar. Se lo comunico y me pongo a preparar la mochila.
Hemos quedado a las 6,15 pero esta mañana me he descuidado al poner el despertador y me levanto con la hora muy justa. Desayuno a todo trapo (un buen desayuno es la mejor manera de afrontar una fuerte actividad) y cargo con la mochila, las botas y las raquetas y me dispongo a salir de casa.
 En estos momentos ocurre un hecho que, como unas fichas de domino que van cayendo una sobre otra, condicionaría todo el devenir de nuestra actividad a lo largo del día.
Los guantes finos que siempre llevo a la montaña, incluso en verano, que tengo encima de la cama para cogerlos a la salida, al final con las prisas se me quedan en casa.
Iniciamos el viaje hacia Reinosa en la furgoneta de Eloy. En Santander está lloviendo, pero a medida que vamos ascendiendo hacia la capital de Campoo, el tiempo va mejorando y entre las nubes vemos que brillan algunas estrellas.
Decidimos llegar hasta Vidrieros para desde este pueblo, acometer la ascensión del corredor sur del Curruquilla, cumbre situada al oeste del Curavacas de una altura de 2.416 metros. Es un corredor de casi 800 metros de desnivel y relativamente fácil si la nieve está en condiciones.
 Un poco antes de las 9 nos ponemos en marcha. El día por aquí está casi despejado y la nieve cubre todos los campos alrededor del pueblo. La mañana esta fresca, pero el termómetro no baja de los cero grados, que seria lo normal por esta zona para las fechas en que estamos.
En esta foto sacada en Marzo del año pasado cuando ascendimos al Hoya Continua, he marcado los 800 metros de corredor que queremos hacer.
La vista del Curavacas a la salida de Vidrieros nos llama y nos seduce. 
Lo que más llama nuestra atención de esta imponente cara sur del Curavacas es la llamada canal Sur, que con su trazado tan vertical y directo, parece invitarnos a disfrutar de esa nieve que la cubre por completo.
Eloy parece que quiere sucumbir a sus encantos, pero yo conozco la canal de superarla en verano y se que su aspecto es engañoso. Su verticalidad en algunos tramos es mas de lo que desde aquí parece, y por lo que se de la información que he sacado de su ascensión en invierno, no se debe entrar en ella sin material de aseguramiento.
-Hoy hemos venido a realizar el corredor del Curruquilla y para allá nos vamos-, le digo. 
Vamos dejando atrás Vidrieros y continuamos caminando por el camino que nos introduce en el Valle de Valdenievas.
Como no tengo los guantes finos y por no ponerme los gruesos, los dedos de mis manos se quedan bastante fríos. Para intentar que entren en calor, los sacudo fuertemente para que la sangre circule por ellos y se vallan calentando, método que me enseñaron de muy pequeño en mi pueblo de Valderredible, que allí si que hacia frío y más en aquellos años.
Continuamos por el camino y al cabo de un rato, cuando ya estamos próximos al desvío que tenemos que efectuar a nuestra derecha para enfilar hacia la entrada del corredor, al hacer un movimiento con los dedos de mi mano izquierda, descubro con estupor que mi anillo de casado a desaparecido del dedo donde lo llevaba.
-¿Donde esta mi anillo?- pregunto con incredulidad.
-Te lo habrás quitado para algo- me dice Eloy.
En un principio pienso que se me puede haber caído al ponerme las polainas cuando nos hemos preparado para partir en Vidrieros, pero enseguida caigo que cuando se me ha caído, ha sido cuando he sacudido mis dedos para que entraran en calor, pues en alguna otra ocasión ya me ha ocurrido, que al realizar esa maniobra, ha estado a punto de salirse de mi dedo. En esta ocasión se ha caído y no me he enterado.
El lugar donde esto ha ocurrido ha sido por la zona donde se desvía de este camino el sendero que se debe tomar para ascender al Curavacas, cerca del pueblo de Vidrieros.
-Tiene que haber caído encima de la nieve, por lo que posiblemente no será muy difícil verlo,- le comento a Eloy.
-¡Si hubiese traído los guante, no me habría ocurrido esto!- maldigo con rabia.
-Tengo que volver a ver si lo veo.-
-Yo vuelvo contigo, no me voy a quedar aquí esperándote,- me dice Eloy.
Iniciamos el regreso y vamos escudriñando el suelo con nuestros ojos, sobre todo al llegar a la zona donde creo que se me pudo haber caído  Pero no vemos nada, y nos damos cuenta que va a ser como encontrar una aguja en un pajar.
Al llegar a la desviación hacia el Curavacas, he perdido toda esperanza de encontrarlo. Mas que por el valor material, me duele por el valor sentimental. Lo he llevado conmigo los casi 32 años que va hacer que me case.
-son las 10,30 ¿que hacemos?- nos preguntamos.
-No vamos a volver otra vez a recorrer todo el camino para el Curruquilla- dice Eloy
Pues la cosa está clara.-¡al Curavacas!- -¡pero por el Callejo Grande!-
Trazado de nuestra ascensión hasta el final del Callejo Grande.
Comenzamos la ascensión y vamos recorriendo el camino que discurre paralelo al río Cabriles. En este primer tramo hasta la campa donde al final de la misma la senda se pone mas vertical, encontramos una huella hecha en la nieve que nos facilita nuestro caminar.

Pero a partir de ese punto la huella desaparece. Los que la abrieron, desde este sitio se dieron la vuelta.
-¡Y como siempre, cuando hacen falta, las raquetas en el coche, que allí están bien!
A partir de este punto nos toca bregar de cojo.....
Nos vamos turnando en abrir huella. En algunos tramos nos hundimos poco, en otros, ¡hasta la rodilla!.

¡Como engaña la perspectiva de esta montaña desde abajo!. Lo que parece una cuesta que se puede ascender con rapidez, se convierte en la realidad, y mas hundiéndonos en la nieve, en una ascensión interminable.
 Pero esto de la montaña es cuestión de mucha paciencia y muchaaaaa tenacidad.
Cuando entramos en lo que es el Callejo Grande son casi la 1,30. Llevamos ya tres horas de dura ascensión. Pero parece que ya tenemos próxima la salida al collado que supone el final del Callejo y la clave para acceder a la cumbre de esta montaña.
-¡Pero si, si,!. Dos horas mas nos lleva aún recorrer este último tramo que es el más empinado, y eso que aquí la nieve se deja pisar un poco mejor.
-¡Sobre todo, por que llevo a Eloy por delante abriéndome huella!
-¡Pero oye, que hay que dar paso a la juventud, que casi le doblo en la edad!.


Tramo final del Callejo. En el collado que nos permitirá acceder a la arista final, sopla un fuerte viento que levanta remolinos de nieve. 


Eloy en la parte final, saliendo ya al collado.
Por fin, pasadas las tres de la tarde llegamos al collado donde finaliza el Callejo Grande. Para acceder a la arista que nos llevaría a la cumbre, tenemos que salvar un pequeño muro de poco mas de 2 metros con buenos agarres, o atravesar una canal con forma de embudo, muy vertical y con una fuerte caída a nuestra derecha.
Cuando salgo de la pendiente siguiendo la huella que ha dejado Eloy y me dispongo a inspeccionar nuestras posibilidades me doy cuenta....¡¡de que he perdido un crampon!!
-¡¡Maldita sea!! ¡¡Pero será posible!!
Pues si, es posible. Se conoce que no apreté bien la correa de mi crampon izquierdo, y al subir pisando la huella que hacia Eloy, en algún momento se quedo trabado, y yo seguí pisando en la huella con comodidad y sin darme cuenta de la perdida.
-¡Menudo día que llevas, compañero! ¡lo pierdes todo!, me dice Eloy.
Sin el crampon imposible proseguir la ascensión. 
Pienso que no puede estar muy abajo y Eloy comienza a descender a ver si lo ve. Pero después de descender un buen tramo sigue sin encontrarle, por lo que yo también comienzo el descenso.
La cumbre hoy ya no es posible.
Eloy iniciando el descenso.

En esta foto se ve el tramo final del Callejo Grande. El circulo rojo indica el lugar donde perdí el crampon y los puntos amarillos el punto hasta donde llegamos.
Tenemos que descender mas de 50 metros hasta encontrar el crampon. Son las 3,30 y en el collado que acabamos de abandonar cada vez sopla mas fuerte el viento.
Solo nos queda seguir el descenso y buscar un sitio minimamente cómodo para comer un poco.
Saco unas fotos del panorama que se ve desde esta montaña y que en el duro ascenso, no hemos podido casi ni fijarnos.
El pueblo de Triollo junto al embalse de Camporredondo.
Al poco de iniciar el descenso y cunado acabamos de dejar atrás la parte mas inclinada, de repente, un fortísimo viento que se encajona por la canal, nos azota de lleno y hace que por momentos casi perdamos la verticalidad.
-¡En buena hora perdí el crampon! ¡si nos llega a pescar este viento por la arista, salimos volando!- comentamos.
Una vez salimos del encajonamiento del Callejo Grande el viento amaina un poco y nos deja descender con un poco mas de comodidad. Cerca de las 4,30 y ya llegando a donde comienza la vegetación, podemos pararnos a comer sobre unas piedras donde disfrutamos de los bocadillos y de los últimos rayos de sol del día.
Sin mas contratiempos llegamos al camino donde esta mañana perdí el anillo, ya cerca del pueblo.
-Miraremos un poco a ver si por casualidad le vemos-, dice Eloy.
-Pues si, nada perdemos, le contesto sin mucho entusiasmo.
Avanzamos unos metros inspeccionando el suelo, pero nada.
¡Seria un auténtico milagro el encontrarlo!, pienso para mis adentros.
Vamos caminando despacio, hablando y mirando un poco, por mirar.
Voy delante de Eloy, me comenta algo y me vuelvo a mirarle.
¡¡Y me muestra entre sus dedos el anillo!!
-¡¡El anillo!!, me dice.
-¡¡No me lo puedo creer!! ¡¡lo ha encontrado!!
Me comenta que ha visto una huella redonda en la nieve, que es la que  ha dejado el anillo cuando al paso de las horas desde que se calló, se ha ido hundiendo en la nieve, que ha escarbado con el dedo y que allí lo ha encontrado.
Con la inmensa alegría por haberlo encontrado, y casi sin poder creérmelo, llegamos al pueblo pasadas las 6,30.
Han sido casi 10 horas de actividad.
No hemos hecho el corredor del Curruquilla, no hemos llegado a la cumbre del Curavacas.
¡¡Pero hemos asistido a la realización de un milagro!! ¡Y nos hemos dado una buena paliza montañera!
¡Y todo esto, por haberme olvidado por la mañana mis guantes finos en casa!
¡¡UN SALUDOTE PARA TODOS/AS!!