Y es lo que yo sentí el sábado día 26 en nuestra ascensión al Cordel.
Salida desde Proaño para ir bordeando el Liguarde por su cara este, para llegar a la bonita vega que hay en su cara norte y ascender la canal que muere unos 150 mts por debajo de la cumbre del Liguarde de 1.974 mts., y sin subir a esta cumbre dirigirnos al collado que le separa del Cordel, para a continuación afrontar la larga ascensión a esta bonita cumbre de 2.061ts.. La idea es volver a descender hacia este collado y ascender hasta el Liguarde y desde aquí descender por toda su arista sureste para terminar otra vez en Proaño.
Primera decepción del día; la parte baja de la montaña está practicamente limpia de nieve, el viento sur que ha soplado estos días se ha llevado por delante la mayor parte de la nieve caída, y además el día no está muy cristiano, con muchas nubes, algunas de las cuales cubren la parte alta de las montañas que queremos recorrer.
Nos preparamos con todos nuestros pertrechos invernales y un poco antes de las 9,30 nos ponemos en marcha Elena, Espe, Mayte, Julian, Tomas y el que no se pierde ni una, osea, yo.
En toda la canal no hago ninguna foto, pues al llevar los guantes puestos no hay quien se maneje, y quitarlos supones que a los pocos segundos los dedos de las manos se queden insensibles.
Ni siquiera las ultimas rampas de la canal que están en muy buenas condiciones para disfrutar del manejo de los crampones y el piolet, me resultan agradables.
Voy ya bastante cansado, y este viento constante y machacón hace que eche alguna maldición que otra. La única satisfacción que nos depara el día es esta vista de los Picos, con el Cordel y el Hijan a su izquierda.
-¿te quedas? -la pregunto
¡si! -apenas oigo entre el rugir del viento
y continuo mi penosa progresión.
Ya no queda mucho, pero voy totalmente desfondado.
Hacia las 2,30, creo recordar, llego a la cumbre donde me espera el resto de la expedición
Hacia las 2,30, creo recordar, llego a la cumbre donde me espera el resto de la expedición
Ni siquiera me he parado un momento a contemplar las estupendas vista que ofrece esta bonita cumbre.
Pensando que haya cogido el camino que sale cerca del collado y que desciende hacia el pueblo de Abiada, desistimos de ascender hacia el Liguarde y nos dirigimos hacia el, y efectivamente al poco vemos a nuestra Esperancita que está por encima del camino. Nos juntamos e inmediatamente comenzamos el descenso hacia el mencionado pueblo de Abiada, para después coger el camino que pasando por otro pueblo de campoo llamado Villar, nos llevará a donde tenemos los coches, Proaño.
al fondo entre la niebla está la cumbre que hemos visitado hoy
Y como lo viví os lo he contado, un día de sufrimiento en la montaña, pero del que también se aprenden lecciones, ¡sobre todo de paciencia y aguante para vencer al viento que hoy nos ha tocado soportar y superar! ¡y que supimos superar, haciendo cumbre aunque yo llegase......
-¡no, mirad, ¡mejor aquí!
Pero la verdad es que en cualquier sitio que nos pongamos, el viento no deja de soplar, aunque estemos en la ladera opuesta de donde proviene este persistente y machacón viento.
Por fin nos parapetamos detrás de unas piedras, que solo hacen que la fuerza del viento sea algo menor que en los alrededores, y de pies y de cualquier manera, damos cuenta de nuestras viandas y sobre todo del calentito té, que es lo único que le apetece a mi estomago.
Desde nuestro precario comedor seguimos a Esperanza que vemos ha dejado su refugio y se dirige hacia el collado, suponemos que intentado encontrar algún sitio donde no azote tanto el viento, cosa que hoy resulta casi imposible. Y de pronto la niebla comienza a entrar por la cumbre y nos envuelve completamente reduciendo nuestra visibilidad a cero.
Desde nuestro precario comedor seguimos a Esperanza que vemos ha dejado su refugio y se dirige hacia el collado, suponemos que intentado encontrar algún sitio donde no azote tanto el viento, cosa que hoy resulta casi imposible. Y de pronto la niebla comienza a entrar por la cumbre y nos envuelve completamente reduciendo nuestra visibilidad a cero.
¡lo que nos faltaba!
¡que se nos meta la niebla y no podamos encontrar a Espe!
Afortunadamente enseguida se despeja, aunque a Espe ya no la vemos.
Terminamos rápidamente de comer y nos lanzamos hacia abajo con la ansiedad de poder encontrar a la desaparecida, que en esos momentos no vemos por ninguna parte.
Este camino lo hemos ya recorrido en un par de ocasiones, y voy con la idea de que ya no tenemos más que recorrerle hasta que nos deposite juntos a nuestro coches.
Pero ¡si, si! ¡de eso nada!
Un poco antes de llegar al pueblo de Abiada cogemos un camino que se desvía a la izquierda, y que según mi recuerdo, también lo cogimos la vez anterior que pasamos por aquí, y después de recorrerlo un rato, vemos como dicho camino muere en un prado que hay en pleno monte.
Un poco antes de llegar al pueblo de Abiada cogemos un camino que se desvía a la izquierda, y que según mi recuerdo, también lo cogimos la vez anterior que pasamos por aquí, y después de recorrerlo un rato, vemos como dicho camino muere en un prado que hay en pleno monte.
¡Busca por aquí! ¡busca por allá! y el camino no aparece por ninguna parte.
¡¡mecago en mi mantu!!
¡si las otras veces que pasamos por aquí, el camino seguía sin problema hasta Proaño!
¡¡menudo diita que tenemos hoy!!
¡y en poco más de media hora se hace de noche!
¡Pues nada a derecho para abajo, a algún sitio iremos a salir!
recorremos el monte orillando unos prados que hay dentro de él, por lo que nos resulta fácil caminar, pero después de un buen rato no vemos salida de este monte y no encontramos, ni rastro de camino, ni rastro de ningún pueblo.
Seguimos decididos con dirección hacia donde suponemos está la carretera que sube a Brañavieja con la esperanza de que tarde o temprano salgamos a ella, y como no todo nos iba a salir mal hoy, de pronto damos con un camino bastante marcado, el cual seguimos esperanzados. Y efectivamente, al poco vemos que entre los arboles nos aparecen unas casas que en un principio pensamos son de Proaño, con lo cual ya terminaria nuestra aventura de hoy, y que al acercarnos más compruebo que no son de Proaño, sino de Villar, con lo cual vemos que aun nos queda más de media hora de camino.
Ahora ya en Villar, reconozco el camino bueno que en las otra ocasiones recorrimos, y ya sin ninguna duda nos dirigimos hacia el final de nuestra caminata de hoy, llegando ya a Proaño con la última claridad de este sufrido día de montaña, que para mi alivio ya llega a su fin.
¡¡descojonaoooo!!
¿para cuando la próxima? ¡que yo me apunto!
¿para cuando la próxima? ¡que yo me apunto!