¡Con todo lo buenín que soy yo!
¡Cómo me han puesto! ¡Me han tachado poco más de cobarde, inútil, rilado, cuentista, zalamero, chistoso, mentiroso, etc., etc., etc.,!
Pero....,¡ si yo no he hecho nada!, bueno, sí, lo único que he hecho es actuar bajo mi conciencia, mi voluntad y mi responsabilidad.
Adevertí de entrada que no estaba en la forma óptima, que era muy voluminoso el objetivo marcado para acometer, y que el calor y el equipo influían muy mucho. Yo era consciente de mi resistencia y mis límites. Hasta donde pude y mi aguante me acompañó, no dudé de llegar, pero llegado a un punto, me fue imposible continuar, teniendo bien presente que no era mi objetivo particular, pero las circunstancias obligan y hay que ser objetivo y consciente de las limitaciones y posibilidades de cada uno.
Nos retiramos en plena marcha (Elena y yo), ella por voluntad propia y a sabiendas de que no .podía continuar más, pues se encontraba muy mermada de facultades y forma, y yo, que no fue por aprovechar la coyuntura, valoré muy consecuentemente lo que había hecho y lo que me quedaba por efectuar y decidí acompañar a Elena, no sin antes mostrar el sentimiento de no haber conseguido lo propuesto en esta marcha.
La "retirada", fue un poco dolorosa, pero había que hacerla, y lo que en un principio parecía sencillo, el azar o la mala suerte hizo que se complicara. Pudo ser la mala elección de nuestra vía de bajada, que aunque al principio estaba marcada y con hitos, en un momento determinado deseapareció todo y hubo que elegir, y quizá (porque fui yo), la elección fue la opuesta a la correcta. Quizá tendríamos que haber tomado la dirección opuesta a la que tomamos, pero no sé si también sería errónea aquélla. Total que continuamos bajando. Aparte del sol que era de justicia, fue una auténtica odisea y, casi diría que un objetivo imprevisto alcanzado, porque hasta llegar al río...... Pero que quede constancia muy clara de que no hubo ningún motivo de "martizar" ni enrriscar, ni machacar, ni agotar, ni nada semejante, y menos a la buena de Elena (que quizá me encontraba yo en peor estado que ella), pero ante las circunstancias adversas hubo que sacar fuerza de flaqueza y seguir adelante y en dirección a abajo, al río, porque las limitaciones conjuntas nos impedían dar un paso para arriba.
Con gran esfuerzo, trabajo, tesón y mucho cansancio logramos alcanzar el río, que por poco le dejamos seco de los remojones. En honor a la verdad he de decir que estábamos los dos exhaustos, con un calor asfixiante, con una sed rabiosa, y con arañazos y heridas por el cuerpo, aparte de estrés y la ansiedad que nos invadía por acabar de bajar por aquellos terrenos. Sólo nos faltó darnos un abrazo por el logro conseguido, pero ni fuerzas teníamos para ello. Nos felicitamos de palabra uno a otro y con ansias desbordadas, después de lavarnos un poco y lavar las heridas, sin más demora, continuamos el recorrido hasta el coche, en la base del Espigüete. ¡Lo que nos costó llegar hasta el coche! ¡Parecía que el Espigüete y el aparcamiento se alejaban a medida que íbamos nosotros acercándonos! ¡Al fin llegamos!
¡Concluyó nuestra "ODISEA EN EL MONTE"! Afortunadamente, sin consecuencias graves, el ánimo herido y cuerpo deshecho, y magulladuras, heridas y arañazos varios.
¿Hasta otra? ¿Quién sabe?
¡Elena (me gusta más sin "H"), ánimo, que yo estoy "cascadillo", pero sigo! ¡No te pares que te tienes que ir a Pirineos! Por cierto, ¡que tengáis suerte, y no actuéis impulsivamente, que eso es otra historia, más seria que la que hemos padecido tú y yo!
1 comentario:
Así que ODISEA, ¿eh?.
No os preocupeis, que tuvisteis "Justa" venganza. Después del sermón que sufristies antes de retirados por parte del tirano Alberto, el amigo Oliver ,y el que suscribe, nos afanamos en hacer de esta expedición un auténtico calvario para para él.
Y en verdad que lo conseguimos.
Deberías haber visto como arrastraba sus huesos por el cordal. Como le temblaban las "canillas" bajando de Peñas Malas. Como mendigaba agua...
Bochornoso espectáculo, indigno de quien yo consideraba montañero de pura cepa.
Con todo, después de cargar con semejante lastre (además de las pesadas mochilas y el sofocante calor), todos hubimos de retirarnos.
Pero no os dejeis engañar por sus viperinas palabras. Allí algunos sufrieron, y supieron retirarse dignamente. Otros, como Sísifo, cargaron colina arriba, sin cesar, el lastre de un pseudomontañero, y también desfallecieron.
Pero a fe que me enorgullezco de comunicaros, que quien más sufrió fue el dictador gruñon, nuestro amigo y guía ...
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