Pues al final no fuimos el sábado a la Palanca. Los calores que ya hemos comenzado a "disfrutar" hacían preveer que la nieve que queda por Picos no estaría lo que se dice en muy buenas condiciones, por lo que el personal no estaba por la labor de cargar otra vez con material de invierno.
Rápidamente diseñamos un nuevo objetivo.
-¿Que tal irnos a rematar el intento que realizamos hace ahora dos años (exactamente el 4 de Mayo) a Peña Main desde Poncebos?.
En aquella ocasión, el casi medio metro de nieve que nos encontramos no nos permitió llegar a la Cabeza la Mesa, cumbre principal de Peña Main.
Los cuatro que se apuntaron para este sábado, no pusieron ninguna objeción a mi propuesta, por lo que a las nueve en punto nos pusimos en marcha desde Puente Poncebos para cubrir el recorrido del camino que une esta localidad con el pueblo de Tielve.
La foto de salida sacada por otro montañero que se iba hasta la Vega de Ario por la canal de Trea.
El camino que en retorcidas revueltas gana enseguida altitud, nos muestra bonitas imágenes.
Después de un rato de dura subida, vemos las laderas norte de Peña Main cuya parte alta esta totalmente cubierta por la niebla. Confiamos en que a lo largo de la mañana se baya disipando.
Estamos encima mismo de Puente Poncebos, con el aparcamiento que hay en la boca del funicular de Bulnes donde hemos dejado el coche.
Las nubes que cubren Peña Main nos ofrecen esta bonita imagen de sus paredes norte,
Ahora el sendero se suaviza y no ofrece tanta pendiente, pero hoy mis compis van como motos y en cuanto me paro ha realizar una foto o un vídeo desaparecen de mi vista.
Por cierto, que nada mas sacar esta foto y al atravesar un pequeño pedrero con una vertical pared a unos metros por encima, una lluvia de piedras con dos o tres de ellas algo mayores que un puño, cayeron unos segundos después de pasar yo, pasando una poco mas de un metro por detrás mio.
¡Uff, que susto!
Rápidamente me olvido del incidente y me centro en captar las espectaculares vistas que me rodean.
Esta del pueblo de Camarmeña que rápidamente dejamos atrás.
A nuestra izquierda tenemos algo escondidas tras la niebla, las verticales paredes que caen del Agudo Sonllano y del Cabeza Sonllano.
La niebla nos ofrece estos juegos de luces y sombras, realzando aún mas el espectacular paisaje que nos rodea.
Tirando de zoom "pesco" a mis compis que me sacan ya mas de diez minutos.
Los árboles ya se están cubriendo de abundante hoja.
El Cueto Vierru, por el pie del cual tenemos que ascender, se asoma tímidamente tras la niebla.
Hace ya rato que solo veo a Victor por delante mio. ¡Y eso que vamos a todo gas!
Nos vamos acercando a Tielve pero primero pasamos por los invernales de la Corona.
La niebla no acaba de despejar las partes altas.
Llegamos al puente que se encuentra al pie del pueblo de Tielve y que permite cruzar el río Duje para ascender hacia los invernales de Vierru y la parte alta de Peña Main.
Son las diez y media. El libro guía de Angel Sánchez Antón estima en dos horas y cuarenta y cinco minutos el tiempo para recorrer el tramo entre Poncebos y Tielve.
¡Nosotros hemos tardado hora y media! Imaginad a que velocidad hemos subido.
Subiendo hacia los invernales de Vierru vemos ya muchos metros por debajo nuestro el camino que acabamos de recorrer.
Llegamos a los invernales a las once y diez, ¡hora de tomar las 11!
El campo se encuentra en plena efervescencia primaveral. Esta es una Prímula Veris o Flor de Primavera. No me equivoco ¿no, Nieves?
Al poco de ponernos de nuevo en marcha nos metemos en la niebla. Subimos con el temor de que cuando lleguemos a la cumbre no nos deje disfrutar de las vistas.
Victor nos repite que va a despejar, que no seamos incrédulos.
Y tiene razón.....a medias. Pues si es cierto que en la última parte se deja ver mucho el cielo azul, también es cierto que la niebla de vez en cuando se mete y nos priva de disfrutar del todo de las magníficas vistas que esta zona ofrece.
últimos pasos para llegar a la Cabeza la Mesa de 1.612 m.
Los instantes antes de llegar a la cumbre son los únicos momentos en que el central se nos muestra en su totalidad.
Mayte y José Antonio llegando a la cumbre. Son la una y media.
El equipo al completo.
Dos montañeros que se encuentran en una cima cercana me ofrecen esta bonita imagen del Oriental.
El Urriello con mas detalle.
Hcía la costa hay un espeso mar de nubes.
La idea es descender hacía el collado de Pandébano y regresar a Puente Poncebos por Bulnes. Para ello tenemos que descender hacia una majada llamada de Groseda situada encima del mismo collado de Pandébano. Descendemos de la cumbre hacia el sur y enseguida cogemos un sendero con jitos que nos va llevando sin problemas hacia dicha majada.
En frente nuestro tenemos la cara norte de Peña Castil, donde se ve las huellas de subida y bajada. Poca nieve va quedando ya.
Hacía el este vemos por encima del pueblo de Sotres, el Hoyo del Tejo, mal llamado Jito de Escarandi.
Mayte y José Antonio van mejorando los jitos.
El macizo oriental con la canal de Braniella en el centro.
Seguimos disfrutando del recorrido. Tenemos una tarde magnífica.
Casi sin darnos cuenta llegamos a la majada de Groseda.
Esta claro que estas majadas están en un camino irreversible de desaparecer.
Ahora la niebla nos deja ver el Cueto Tejao y el Valdominguero.
El Urriello parece estar jugando al escondite.
Unos metros por debajo de la majada nos situamos ya sobre el collado de Pandébano. 150 m. de desnivel nos separan de el.
Antes de iniciar el descenso, nos hacemos algunas guapas fotos.
El pueblo de Sotres.
¡Yo también quiero salir en alguna!
Iniciamos el descenso hacía el collado. Bastantes coches en el final de la pista.
Desde el collado iniciamos el descenso hacía Bulnes donde hemos decidido pararnos a tomarnos una refrescante cerveza, aunque al final el día no ha estado tan caluroso como preveíamos.
Bajando hacia Bulnes la niebla nos ofrece esta imagen del barrio de arriba.
¡A ver esa cerveza!
Ya solo nos queda recorrer el viejo camino de Bulnes hasta Poncebos. Como seguimos caminando a toda leche, se me pasa en un pis pas. Antes de las seis llegamos a los coches.
¡Y os puedo asegurar que no me he acordado para nada de la Palanca!
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