Este ciclo programado que os decía, consiste en que entre semana hace unos días relativamente buenos, incluso alguno magnífico, y en cuanto llegan el viernes y el sábado, el aemet nos pronostica nubes y lluvia.
Y como no, para el sábado pasado día 11, mas de lo mismo. Menos mal que al acercarse la fecha, el pronostico fue mejorando, pero la cosa no estaba nada clara.
Con ese espíritu nos fuimos hasta el lago de la Ercina cinco de los que se ven en la foto mas Jelu, que ya nos estaba esperando en el aparcamiento superior de los Lagos cuando a las 8,15 llegamos el resto, con el mosqueo de las nubes que se veían tapando las cumbres, y que nos anunciaban que si no se iban a ir disipando, nos encontraríamos con niebla antes de llegar a la Verdilluenga, cosa nada deseable en esa zona tan caótica de montículos y jous y que hace imposible la orientación, sobre todo con nieve, con los hitos ocultos bajo el manto del blanco elemento.
El primer tramo de la ascensión ya esta limpia de nieve, lo que hace que progresemos con bastante rapidez, pasando por la bonitas zonas de Vega la Paré y la majada del Tolleyu, un poco mas arriba de la cual comenzamos a pisar algún nevero, pero con bastantes zonas limpias aún.
En uno de estos neveros, con un espesor considerable, nos fotografiamos aprovechando la ocasión para hacer un poco el maula.
A unos 1500 mt. nos metemos en la niebla, que afortunadamente no es muy espesa y que nos permite seguir algunos hitos y unas viejas huellas marcadas en la nieve, pero que nos amenaza con que en zonas mas altas ponga en verdadero riesgo nuestro progreso para acercarnos a la montaña que queremos hoy conquistar.
Nos ponemos las raquetas pues la nieve ya es abundante y cada dos pasos nos hundimos hasta la rodilla, o más.
Vemos un pequeño jito en medio de la nieve, pero tras sobrepasarlo no vemos mas referencias y dudamos hacia donde tirar.
Tras dar unos pasos titubeantes, de repente, y en cuestión de segundos, la niebla se disipa y nos muestra un paisaje sublime con un cielo totalmente azul.
Nos invade una exultante alegría, lo que hace unos segundos eran todo dudas, de repente se convierte en casi certeza de poder conseguir nuestro objetivo y de disfrutar de un gran día de montaña.
Ahora ya vemos claro el recorrido. Tenemos que dirigirnos a un evidente collado que vemos a nuestro frente, aunque aún un poco lejano.
Pero al llegar a el y antes de dar vista a nuestro objetivo de hoy, la niebla nos envuelve y nos mete de nuevo el miedo en el cuerpo. ¿sera pasajera o viene para quedarse?.
Del recuerdo que tenia cuando hace tres años ya estuve por la zona con otros miembros del grupo, sabia que nada mas pasar el collado, había que realizar un giro a la derecha y cambiar totalmente de dirección para coger rumbo sureste hacia la Verdilluenga.
Pero a los pocos metros de realizar este cambio, ya no sabemos para donde tirar.
Jelu propone encaramarnos a un pequeño montículo que tenemos a nuestra derecha y esperar a ver si despeja la niebla.
No nos da tiempo, a los pocos segundos, de repente, la niebla se disipa del todo y ya solo la volvemos a ver de lejos y en la última parte de la bajada.
Ahora ya podemos empaparnos del paisaje e hincharnos a tirar fotos.
Ahora ya si, vemos nítidamente la Verdilluenga y lo que nos queda de recorrido.
Los Cabrones de Peña Blanca ocupando todo el fondo de esta foto, están preciosos, con la Punta Gregoriana destacando en la parte derecha.
Poco a poco, nuestro objetivo se va aproximando.
La niebla que aún hace amagos de meterse, nos deja esta bella imagen de nuestra montaña.
La Punta Gregoriana con la Jorcada Blanca a la derecha.
Y a la derecha de la Jorcada Blanca, la Pica la Jorcada, un dosmil "camuflado" pero que tiene 7 m. mas que la Verdilluenga.
El camino, totalmente despejado.
Cuando llegamos al pie de la Verdilluenga, cambiamos las raquetas por los crampones y comenzamos el asalto a la montaña. Mayte con el collado Los Tiros al fondo.
Última pala para llegar al pie de la Verdilluenga.
Chema y Jesús con el collado Los Tiros a sus pies y la imponente Robliza al fondo a la izquierda.
Llegamos al pie de la cumbre. Algunos deciden dejar la mochila para afrontar la última canaleta que hay que superar para llegar a la cumbre.
Mayte abre huella, Chema la sigue.
Y tras una corta pero pindia subida llegamos a la precaria cumbre. Las vistas son ¡impresionantes!.
Jelu con la Robliza y Peña Blanca al fondo.
Foto de cumbre con el mar de nubes hacia el norte. Hay que moverse con sumo cuidado, la cumbre es muy pequeña y moverse con los crampones por la roca da mucha inseguridad.
Pero nadie se quiere bajar. Foto por aquí, foto por allá. Esta hacia la Vega de Ario con algo de niebla.
Otra de Jelu con la Robliza y Peña Blanca.
Cabrones, Cerredo y la canal de Dobresengros.
El Tesorero a la izquierda y en el centro la Palanca y el Llambrión.
El mismo fondo de antes con distinto protagonista.
La Canal de la Jerrera que sube desde Cain, a nuestros pies.
El guía también quiere salir.
Foto de cumbre hacia el sur.
Al este tenemos la larga arista de los Cabrones de Peña Blanca que ascendimos hace tres años por la pala de nieve del centro de la imagen. Al fondo a la izquierda, asoma Peña Santa.
¡Ya esta bien de fotos! ¡para abajo que hay que comer!
Una vez comido y disfrutado al pie de la cumbre, iniciamos el descenso.
Todo un mar de dunas blancas.
Hacemos un pequeño rodeo en el descenso para pasar por la Vega de Aliseda. Mayte y Jelu pasaron por ella hace tiempo en una marcha con otro grupo.
Nuestra huella de subida. La niebla amenaza con volver a meterse.
Pero antes me deja fotografiar de nuevo la Punta Gregoriana, cumbre situado a pocos metros de los Cabrones de Peña Blanca.
La Torre del Alba bien cargadita de nieve.
Disfrutando del día vamos descendiendo hacia el Lago de la Ercina. Pero antes nos metemos de nuevo en la niebla, lo que nos obliga a prestar la máxima atención para no perder el sendero.
Y sin novedad llegamos al lago, donde fotografio y grabo a las aves que en el viven.
Últimos pasos por la orilla del lago antes de llegar al aparcamiento.
¡Gran día de montaña, si señor!. Lo que empezó con mucha incertidumbre, termino con un día de los que tardan mucho en irse de nuestra memoria.
Definitivamente, esta actividad es una de las cosas por las que realmente merece la pena vivir.
¡Y ademas, con una compañía de auténtico lujo!
¡¡HASTA LA PRÓXIMA!!
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