Norma que debiera ser de obligado cumplimiento

Norma que debiera ser de obligado cumplimiento para todos
Para facilitar la organización de vehículos y saber a quienes hay que esperar en Mompía o en cualquier otro lugar de reunión de salida, se ruega muy encarecidamente enviar un mensaje bien al móvil, o bien al correo electrónico de Alberto o quien dirija la salida, indicando quiénes van a ir a la marcha, lo más tarde el viernes al mediodía, si es posible.

viernes, 5 de octubre de 2018

Por fin cayó la Peña Ventosa

Para ir tomando contacto con el presente, os pongo el reportaje de la última actividad realizada el pasado sábado 29 de Septiembre, dejando las atrasadas que me quedan por publicar, para cuando vaya teniendo un hueco en mi apretada agenda. En esta ocasión, nos fuimos hasta el pueblo de Lebeña con la intención de saldar una deuda que teníamos pendiente desde hace bastante tiempo con esta montaña, que en los dos últimos intentos por pisar su cumbre, por distintos motivos, nos había rechazado.
Foto de salida con los tres que nos apuntamos en este día, sacada al inicio de la marcha unos metros por encima del pueblo de Lebeña.

En esta ocasión iniciamos el recorrido por el antiguo camino que une Lebeña con Castro Cillorigo y que transcurre por encima de la carretera del desfiladero en su tramo final.

Todos estos antiguos caminos utilizados antes de la construcción de las nuevas infraestructuras, transcurren por unos parajes de gran belleza, que de no ser por su recuperación para ser utilizados por los senderistas, se perderian para siempre.

El tramo mas escabroso, esta asegurado por esta gruesa cuerda.

Curiosos picachos a la derecha de la carretera, justo donde esta deja atrás el desfiladero de la Hermida.

En este punto dejamos el camino que traíamos para comenzar a ascender entre escajos siguiendo un poco marcado sendero, hasta encontrar una deteriorada pista cerca del pueblo de Cobeña. Esta pista nos irá subiendo por la falda suroeste de la Peña Ventosa. En la foto se nos ve observando los pueblos de Castro y Pendes.

Mucha encina en este primer tramo de la pista. Chema soltando energía negativa de su cuerpo y absorbiendo la positiva de la encina, ¿o era al revés?

Ya bastante arriba, vamos saliendo de la niebla que nos ocultaba las vistas y los rayos del sol comienzan a colarse entre las ramas.

Curiosas telas de araña que brillan con las gotas del rocío mañanero. 

Salimos del bosque y de la niebla y vemos desafiante a la Peña Ventosa, nuestro objetivo de hoy.

Tras pararnos a tomar las once, afrontamos la ascensión de la larga ladera por donde nos aproximamos a la parte alta de la montaña, terreno con mucha caliza y mucha piedra suelta que dificulta la progresión. Aquí tenemos que superar varias trepadas, que sin ser muy difíciles, requieren la máxima atención. Que se lo digan si no a mi rodilla izquierda, que sufrió la "caricia" de una puntiaguda roca que se cruzó en su camino.


La última parte de la ascensión, consiste en superar una larga canal que en su primer tramos tiene mucha piedra suelta, y en su final, una trepada que exige la máxima atención.

Hasta que salimos de ella y en pocos pasos pisamos ya la cumbre.

La foto de cumbre con el macizo Oriental al fondo. Chema y José Luis es la primera vez que la pisan tras un intento anterior cada uno. Yo es la tercera.


Por la otra parte tenemos el cordal de la Peña Sagra.

Mil doscientos metros por debajo nuestro el lugar de donde partimos esta mañana, Lebeña, y a su izquierda Allende.

Toda la zona del Agero y del Cueto de la Fontanilla.

Cabañes y el Ciruenzo Mayor.

Los buitres no dejan de sobrevolarnos.

La placa de la cumbre, con un pequeño poema.

Vemos el coche de Chema junto a la Iglesia de Santa Maria.

Tras dar cuenta de los bocadillos, iniciamos el descenso. Si antes hemos tenido que trepar, ahora nos toca destrepar.

Recorriendo el último tramo de la crestería, vemos al fondo el recorrido realizado para acceder a esta "complicadilla" cumbre.


Aquí vemos marcado por donde ascendimos hacia la parte final de la subida.

Seguimos recorriendo esta bonita crestería que nos lleva hacia el collado Taruey.




Aquí vemos el collado, donde existe una tenada con un muy bien cuidado habitáculo para dormir.

Nosotros sin llegar a ella, iniciamos el descenso para llegar a Lebeña cerrando el circuito por la vertiente noreste de la montaña.

Los puntiagudos picachos de la Ventosa, filtran los rayos del sol otoñal.

Curiosa silueta de este picacho con orejas. En la parte superior izquierda se aprecia la silueta de un buitre posado.
Y esto fue todo, Chema y José Luis por fin pisaron la Ventosa, y los tres disfrutamos de otro día muy completito de montaña.
 Aquí va un corto vídeo donde se ve lo acontecido desde otra perspectiva.



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